Deberíamos nacer con una guía para la vida bajo el brazo en lugar de tanto pan.
Nadie te avisa de que las cosas casi nunca son lo que parecen, al igual que tampoco lo son las personas. Que la vida no es un cuento de hadas en el que existe un país llamado Nunca Jamás donde las preocupaciones y las responsabilidades no tienen cabida.
Que crecer implica dejar de ser egoísta y no anteponer siempre tus deseos a los de los demás. Que las responsabilidades te inundan y que todos tus actos son fácilmente expuestos a juicio por quienes creen tener el poder de hacerlo, aunque no sepan una mierda de lo que ocurre en tu vida. Que seguir el plan no es siempre lo mejor y que, en el fondo, tú eres la persona que mejor te conoce, tu mejor amigo y, a la vez, tu peor enemigo.
Que quien no arriesga, no gana y que el pensamiento debe ir antes que el acto. Que la vida está plagada de frustrantes contradicciones. Que eso de “si la vida te da limones... Haz limonada" me huele a cuento manido, porque los limones que te da están bien ácidos.
No te informan de que es inútil tener sueños que no sean realistas ni prácticos. Tampoco de que las ranas por mucho (y a muchas) que las beses, no se convierten en príncipes. Que vivir enfrascada en tu precioso vestido de princesa perdiendo zapatos de cristal en bailes a media noche, esperando por ese beso de amor verdadero que te devuelva a la vida y aferrándote a tu príncipe azul a lomos de su caballo blanco tras salvarte de una bruja malvada, no es una opción válida.
Y que por mucho que no lo quieras, la razón supera a la imaginación y los sueños, sueños son.
Así que vendo sueños al mejor postor, que me hace falta el dinero y de sueños inalcanzables voy sobrada...
Así que vendo sueños al mejor postor, que me hace falta el dinero y de sueños inalcanzables voy sobrada...
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