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Mostrando entradas de abril, 2012

*-Quiero.

Quiero que me quieran desde el primer momento . Quiero dejar de ser una opción . Quiero ser la única . Quiero que me quieran de la forma en la que necesito que me quieran. Quiero sentir que cuando salte , no lo haré sola y que cuando caiga , tendré una mano que me ayude a levantar . Quiero apoyo  incondicional .  Quiero que esos subidones de 0 a 100 sean correspondidos y compartidos . Quiero sentir que, en cierto sentido, alguien me pertenece y que yo también le pertenezco . Quiero hacer el amor hasta la luz el alba . Quiero que me abracen al dormir . Quiero ver, al menos por una vez, el rostro de "ese alguien" compartiendo mi almohada en la mañana. Quiero compartir desayunos . Quiero paseos por la playa, por el parque, por cualquier sitio, pero sujetándonos las manos. Quiero miradas cómplices . Quiero besos , besos de muchos tipos: besos tiernos,  besos  pasionales,  besos  de amor,  besos  juguetones,  besos  de buenos días y  besos  de buenas noches. Quiero suaves c

*¿Iguales? Lo dudo mucho.

Nunca me había dolido tanto que me compararan con alguien a quien ni siquiera conozco, y mucho menos el que me dijeran las palabras "son iguales", palabras que sé, con absoluta certeza, que no son ciertas. De haberme hallado bajo la luz de los focos, ese dolor habría sido claramente palpable en mi mirada. No habría sido capaz de esconderlo, me encontré totalmente desarmada y desprovista de todo disimulo en esos momentos.  Mis nervios me fallaron. Aguanté las lágrimas, pero algunas rebeldes afloraron a pesar de mi resistencia, no recuerdo si lo hicieron en ese preciso instante, creo que supe guardarlas durante un rato, pero escaparon más adelante en contra de mi voluntad. Y también lo hicieron después, en varias ocasiones, hasta que llegó el momento en el que ella secó la última de mis lágrimas -de esa noche, al menos.  Desde ese instante, empecé a actuar como si nada pasara durante el resto de nuestro encuentro, que duró hasta el beso de la despedida -siempre el más dur

*Trenes y arrepentimientos...

Hay momentos en los que la vida te sorprende con la visita de alguien desconocido. Visita que piensas que solo durará unos días y luego volverá a irse pero, ¿qué pasa si de repente te das cuenta de que ha venido para quedarse? Lo malo es que esto ocurre cuando te encuentras a la espera de otra persona y no te das cuenta de que esa otra persona a la que esperabas era, en realidad, la de la visita inesperada... Irónico y bastante confuso, ¿verdad? Así somos los seres humanos, nos complicamos la vida nosotros solitos, lo enredamos todo y luego no sabemos arreglárnoslas para salir de ese enredo. Nos aferramos tanto a la búsqueda de ese "alguien especial" que cuando llega estamos tan ciegos que seguimos esperando, aunque ya lo tengamos delante de nuestras narices. Y así es como dejamos escapar las oportunidades. Así es como dejamos escapar esos trenes que probablemente sean los que nos lleven por el camino de la felicidad. Así es como dejé escapar yo el mío... ¿Por qué? Mie

- Gritar

Estoy harta de querer gritar y prohibírmelo a mí misma... ¿Por qué? Por el temor de expresar mis sentimientos, mis ansias, mis anhelos y mis miedos en voz alta y, sobre todo, de dejar que otros los escuchen.  Sólo quiero gritar, ¡¡¡¡GRITAR!!!! Sin miedo, sin censuras, sin causas ni consecuencias. Simplemente gritar, desahogarme. Perderme en un grito que sane todas las heridas que me agotan, que me superan, que me consumen. El mayor problema viene cuando ni siquiera estando sola dejo que esa voz que lucha por salir y cuyas palabras mis labios quieren pronunciar, lo haga, porque entonces estaría dándole la oportunidad a la realidad de golpearme a mano abierta dejando tras de sí una marca que solo el tiempo lograría borrar... Y lo cierto es que no estoy como para perder el tiempo esperando a que esas marcas se vayan. Pero, a veces, esa voz consigue engañar a mi voluntad y se pronuncia casi sin permiso, como en nuestro querido último día del mes de marzo, es decir, ayer. Sí, ya